Hoy abrimos una nueva sección en nowinchess, dedicada a la crítica de libros.
Antes de entrar al título que he seleccionado para hoy, me gustaría hacer unas consideraciones generales. En primer lugar, por mucho que los tiempos avancen, y nuevos formatos aparezcan, un libro siempre será un libro, aunque disfrutemos de él en un lector de libros electrónicos. No hay que confundir el formato con el contenido. Un libro tiene una historia que contarnos, una serie de ideas enlazadas, siguiendo una estructura lógica, que nos comunica algo. Es, o debe ser, una obra íntegra. Por ello, nunca podrá compararse con mirar partidas comentadas aisladas en una base de datos, el libro nos da una dirección, y nuestros jóvenes harían bien en trabajar con ellos.
En segundo lugar, en mi opinión, la mayoría de los libros publicados no merecen la pena. Muchos de ellos se crean de forma industrial, se filtran partidas de manera naive en una base de datos, se ponen unos comentarios estereotipados, se imprimen unos diagramas mal colocados y se empaqueta a 20 euros la unidad. Es más, la mayoría de estos libros malos se citan unos a otros, y reciclan el material de unos en otros, normalmente perdiendo calidad en cada copia. Hay que huir de los autores que sacan “libros como churros”, no nos harán ningún bien.
Por último, los libros tienen una temática específica: aperturas (en su mayoría), temas de medio juego, finales, colecciones de partidas, etc. Digo esto porque no podemos “pedir peras al olmo”, el objetivo específico del libro es lo que podemos obtener de él, poco más. Por ejemplo, un libro de aperturas que busca organizar un repertorio general para un aficionado difícilmente puede ser comparado, como doctrina teórica, con un tratado sobre una apertura. El primero busca que nos podamos orientar en un repertorio de aperturas, el segundo busca establecer la última palabra en una variante concreta, la “verdad” de la línea. Es más, este objetivo específico del libro puede variar con el paso del tiempo, hay libros que nacieron como tratados teóricos que ahora pueden servir como historia de una variante, aunque sus evaluaciones no sean ciertas ni actuales.
The system, de Hans Berliner
El libro que hoy he querido comentar es uno bastante original. Es decir, un libro que ha tratado un tema nuevo de manera diferente y que luego nadie, por desgracia, ha decidido continuar en esa línea.
El profesor Berliner ha sido campeón del mundo de ajedrez por correspondencia. Una de sus líneas de investigación es la inteligencia artificial y, en particular, el construir un ordenador de ajedrez. Hoy en día esto no parece revolucionario, pero en los años 70 sí que lo era. Suyo es el ordenador Hitech, que, en su época, consiguió derrotar a algunos grandes maestros de renombre (como Bronstein).
El libro recoge su forma de entender el ajedrez, siempre teniendo en mente que él, además de jugar, pensaba en construir un fuerte programa de ajedrez. En sus primeros capítulos realiza un resumen de la estrategia tal y como se conocía entonces, para luego darnos una teoría propia. Como el propio profesor Berliner reconoce, dicho enfoque está, ante todo, pensado como una estrategia de apertura, y por tanto ésta es su principal limitación.
Dentro de esta exposición de sus principios sobre la apertura, hace un especial énfasis en la ventaja de espacio, y mostrarnos agresivos para conseguirla, como objetivo más importante en las aperturas, sobre todo de peón de dama, en las que él se centra especialmente. Creo que parte de sus errores son consecuencia de este enfoque, que deja la ventaja de desarrollo en un segundo lugar.
Algunos de sus principios son de especial originalidad, de los que no he leído nada, ni parecido, en otras obras clásicas de estrategia. Sin embargo, las personas que tenemos un enfoque científico y racional reconoceremos su intención y belleza. Un ejemplo es el principio de transposición, por el cual cualquier desviación de la variante principal debe encontrar una refutación específica, o en caso contrario hay que descartar dicha variante como principal.
Una vez establecida su doctrina, realiza un análisis de las principales aperturas, de forma incompleta, en el resto del libro. En mi opinión el profesor es demasiado optimista en sus valoraciones, especialmente con el blanco, mostrando una fe ciega en la ventaja de espacio como elemento suficiente para forzar la victoria. También he podido comprobar que existen ciertos agujeros tácticos al revisar sus ejemplos con los motores modernos. Si bien, no hay libro que pueda resistir la prueba del tiempo, sobre todo en aperturas; y el libro de Berliner lleva más de 10 años publicado.
Creo que es un libro que, por su originalidad, y por su buena prosa, puede ser incluído en un programa de lectura como libro complementario. Nos ayuda a revisar, de nuevo, la estrategia, nos ofrece un punto de vista alternativo y nos permite realizar un análisis crítico sobre las partidas propuestas.
Creo que la ventaja de espacio es uno de los conceptos que más subestimo en mis partidas. No en teoría, donde lo tengo claro a la hora de valorar una posición, sino en la práctica. Recuerdo ahora mismo un par de partidas, una a favor y otra en contra, donde no tenerlo en cuenta me condujo a problemas.
Debería leer el libro de Berliner, porque entre su sobreestimación y mi subestimación igual se me graba el concepto en su justa medida.
Creo recordar que uno de mis primeros “profesores”, el muy peligroso Jose Angel Besga cada vez que le hablaban de la ventaja de espacio decía que el no quería una ventaja despacio, sino más rápida. Vamos, que le daba más importancia al desarrollo como buen jugador de ataque que es
No me acuerdo bien quien decía que la ventaja de espacio no era ninguna ventaja. Refiriéndose a que el espacio, por sí mismo, no es ningún objetivo. Tiene que venir acompañado de otros factores.
Me agrada que el gran Rafita se acuerde de sus comienzos con Besga y demás en el famoso ataque Barakaldo. Un abrazo.
Santi siempre que he tenido la oportunidad de verte, me he dado cuenta de que sabes mucho sobre este tema del Ajedrez, pero al final cuando nos ponemos delante del tablero no se corresponden la sabiduría con el resultado final de la partida y porque?
porque perdemos? Es que este juego es muy complicado y son tantas cosas las que hay que hacer bien para que todo salgo perfecto que no podemos dominarlo, recuerdo eso que dijo algún genio del ajedrez que trato de olvidar todo lo que habia aprendido para liberarse…., en fin que TODO ES RELATIVO.
Juan,
La respuesta es simple. Una cosa es saber ajedrez, y otra competir. El ajedrez es una competición y dichos factores son decisivos para los buenos resultados. Y claro, también se trata de un deporte difícil de dominar, hay muchas sutilezas y riqueza, pero bueno, esa es la parte bonita ¿no?.