Dicen que Sócrates afirmó: “Una vida sin examen no merece ser vivida”. Algunos discutirán a favor o en contra de este aforismo, pero yo soy firme creyente en la necesidad de revisar nuestros actos y, en el caso del ajedrez, nuestras partidas y torneos.
Para progresar en ajedrez hace falta mucha ilusión, trabajo, una pizquita de suerte, cualidades, etc. Ahora bien, para saber que estamos progresando es mucho más simple, necesitamos conocer nuestro punto de partida, nuestro punto final y medir el progreso. Uno de los errores técnicos más frecuentes que encuentro en los ajedrecistas es que nadie se molesta en medir su progreso. Creo que, inconscientemente, pensamos que trabajando duro subiremos sin darnos cuenta, como algo ajeno que un ente abstracto nos reconocerá. Pero sin embargo, subjetivamente, no trabajaremos igual de animados, no seguiremos el plan de entrenamiento con la misma intensidad y no jugaremos con la misma motivación si no tenemos una idea clara de como lo estamos haciendo, de si nuestras acciones están teniendo los efectos deseados. Por ello, porque objetivamente aporta conocimiento y sabiduría, y porque nos refuerza psicológicamente, creo que revisar nuestras actuaciones es esencial para progresar como ajedrecistas.
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